Vivir sin comer, vivir sin imaginación

panificadora san cayetano

Recuerdo que hace tiempo atrás, cuando era universitario, tenía la costumbre de entrar a los cines de bajo costo. Me paseaba por varias cuadras oscuras de la ciudad tratando de despejar la mente antes de volver a estudiar o hacer algo de comer.  Uno de los cines que más me gustaba era el Hugo del Carril. Sin embargo, una tardecita de mucho frío, entré a uno que ya no existe que se situaba en el Bv. San Juan, pasando la AFIP.

Sin mirar la cartelera, me senté en una butaca del centro de la sala. Recuerdo que fui el primero en llegar, y por poco no fui el único. Unos minutos después dos señoras mayores se sentaron detrás de mí y un señor lo hizo a un costado. Éramos 4 en total, muy poquitos, como se acostumbra en esos cines.

Los títulos comenzaron a sucederse y doy con una película italiana. Se llama Los nuevos monstruos y es un variado número de cortometrajes dirigido por grandes cineastas del neorrealismo italiano como, por ejemplo, Mario MonicelliDino RisiEttore Scola ¡Una joya absoluta! Y actuaciones de Vittorio GassmanOrnella MutiAlberto SordiUgo TognazziGianfranco Barra, Giorgio VoyagisEros Pagni, entre otros “monstruos” de la actuación.

La cosa no termina aquí. Uno de los cortometrajes se llama Hostaria (Hotel u hostería en nuestro idioma). En él se ve cómo un antiguo restaurante se especializa en delicias con harina, la pasta y el pan. Unos comensales van a  disfrutar  lo que preparan allí como cada vez que podían. El problema ocurrió cuando en la cocina ocurre una pelea y los empleados comenzaron a tirarse de todo. El guiso ahora tenía como ingrediente a un zapato, en la pasta hervía una media, las verduras desparramadas por todos lados ¡un gran lío!

Eso sí, los clientes se fueron conformes.

Esa tarde, ahora ya de noche, me volví con una sonrisa en las comisuras, digna de película italiana de la época. Decidí que no volvería a mi casa tan rápido, caminé unas cuadras y me senté en un viejo bodegón a comer. Hacían un pan casero delicioso y servían un gran vino que ellos llamaban “de la casa”. Nunca más probé unas pastas como esas.

Entre el cine y la gastronomía el pan tiene un lugar inmortal en nuestras memorias.

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