En lo de mis abuelos fue que oí por primera vez la frase “Al pan, pan y al vino, vino”. Recuerdo que mi abuelo estaba discutiendo con un amigo de tango, preferencias, canciones, cantantes, bandoneonistas y no se ponían de acuerdo en torno a si Piazzolla era un buen músico o no. No me acuerdo cuál fue la resolución de la escaramuza pero sé que mi abuelo terminó diciendo “al pan, pan y al vino, vino”, como afirmando que a las cosas hay que llamarlas por su nombre y no dar vueltas con el asunto. Me parece que no le gustaba Piazzolla y creo que se equivocaba con eso de “al pan, pan…” porque Piazzolla hoy es considerado por unanimidad un grande del tango.
La frase viene de España, presuntamente. Está ligada a las mesas donde el vino y el pan eran moneda corriente en la Edad Media, es decir, la mesa clerical. Se dice que el simbolismo está relacionado al cuerpo de cristo (pan) y su sangre (vino). Pero esta frase existe en otros idiomas pero con modificaciones. Por ejemplo, en portugués dicen “pão, pão, queijo, queijo”. Y es verdad, nada más rico que un pao de queijo brasilero.
También existen quienes afirman que los orígenes de esta expresión no son católicos, pues el pan y el vino existen mucho antes de que los católicos existiesen. La cuestión es que hasta el día de hoy la seguimos usando.
Otra expresión que escuché pero hace menos tiempo atrás es “a falta de pan, buenas son las tortas”. La decía un vendedor ambulante de la calle Maipú que ese día no había vendido nada y no le alcanzaba para comprar su sándwich de milanesa diario y debía conformarse con un pebete.
Se dice que en la Antigüedad, cuando los clientes se acercaban por su trozo de pan y ya era tarde y no había, los empleados ofrecían lo que sobraba con tal de vender ¿Y qué era lo que había? Tortas, tortas, tortas. Las mismas también se hacen con harina y son primas hermanas del pan, pero…dulces. La cuestión es que lo dulce no pega mucho con las pastas y las comidas saladas de la cena.
Estos y muchos otros como “Las penas con pan son menos”, “Más largo que un día sin pan”, “Contigo pan y cebolla”, etc. circulan por el refranero popular y habitual de nuestro idioma. De ellos nos ocuparemos en otra entrega.